Mi ciudad, mis ciudades - Un cuento para niños
Jesús
Tamayo
1. Las primeras aldeas y lo que podemos aprender de ellas
El origen. Los especialistas apuntan que nuestro planeta se formó hace 4,500 millones de años. A partir de entonces dividen el tiempo en eras geológicas. Formada nuestra tierra, en una era que los geólogos llaman Precambriana y que se extiende desde los 2,600 millones de años AP (antes del presente) hasta los 500 millones de años AP, ésta vio nacer primero algas marinas y esponjas y glaciares.
La era geológica siguiente, llamada Paleozoica, se extiende desde los 500 millones a los 200 millones de años AP, los mares se extendieron entonces por gran parte de la superficie del planeta y éste vio nacer insectos, peces anfibios y reptiles. Más adelante, en la era Mesozoica, que va de los 200 millones a los 60 millones de años AP, la tierra se pobló de dinosaurios y reptiles gigantescos y también de flores.
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El homo. Y en la más reciente era, llamada Cenozoica, en su periodo terciario, que va de los 60 millones a sólo un millón de años AP, el planeta se pobló de invertebrados, aves y mamíferos; aparecieron las plantas que hoy conocemos y se estructuraron los Alpes, los Himalayas y las Rocallosas, se formaron algunos lagos e hicieron erupción algunos volcanes. Al final de este periodo nacería, hace 2.5 millones de años, en África y por evolución dentro de los simios, el género homo, del cual hoy se han encontrado sus primeros utensilios líticos.
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Avances. Con capacidad de aprendizaje, homo hizo avances importantes, desarrolló sus utensilios y, por ejemplo, hace 800,000 años, ya hacía uso ocasional del fuego. Y más adelante, hace 300,000 años, el uso del fuego ya era cotidiano.
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Otras especies. Nacido al final del periodo terciario de la era Cenozoica, hace sólo 2.5 millones de años, el homo, ya en el período cuaternario se extendió desde África a Eurasia al tiempo que evolucionaron sus diferentes especies del género. Por ejemplo, hace medio millón de años, los neandertales, otra especie del género, ya aparecen en Europa y en el cercano oriente.
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La especie sapiens. Y es ya en el periodo cuaternario de esta misma era Cenozoica, periodo que corre de 1 millón de años AP a solo 8,000 años A.P, que aparecen los más importantes glaciares. Y, finalmente, hace 200,000 años, aparece, por evolución, la especie sapiens del género homo, en África Oriental.
Los avances del homo sapiens son impresionantes. Casi al final del periodo cuaternario, hace apenas 70,000 años, aparece el lenguaje ficticio e inicia lo que Harari llama "la revolución cognitiva".
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El lenguaje ficticio. La teoría es que mutaciones genéticas modificaron el cerebro de los sapiens y ellos empezaron a comunicarse usando un lenguaje totalmente nuevo. La teoría nos dice que nuestro lenguaje evolucionó como un medio para compartir información sobre el mundo.
Cada animal tiene algún tipo de lenguaje e informa con sonidos sobre peligros o sobre la localización de alimentos. Podemos combinar sonidos y señales para producir casi infinitas frases.
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Mitos y leyendas. La característica única de nuestro lenguaje es la capacidad de transmitir información acerca de cosas que no existen en absoluto (lenguaje ficticio). Sólo los sapiens pueden hablar de entidades que nunca han visto, tocado ni oído. Así han surgido leyendas, mitos, dioses y religiones. Todos ellos aparecieron por primera vez en “la revolución cognitiva”.
En suma, la capacidad de hablar sobre ficciones es la característica más singular del lenguaje de los sapiens. La ficción nos ha permitido no sólo imaginar cosas, sino hacerlo colectivamente.
Incrementadas sus capacidades cognitivas, a partir de hace 70,000 años, sapiens comienza a hacer cosas especiales. Entre 70,000 y 30,000 años AP, elabora barcazas, lámparas de aceite, arcos, flechas y agujas (para confeccionar vestimentas cálidas). En 45,000 AP cruzará el mar y llegará a Australia. De esos tiempos, se tienen hoy pruebas incontrovertibles de la existencia de religión, comercio y estratificación social.
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La revolución agrícola. Desde hace 2.5 millones de años, los humanos (Homo erectus, Homo ergaster y los neandertales y desde hace 200,000 años también el Homo sapiens) habían venido alimentándose, recolectando plantas y cazando animales que vivían y se reproducían sin su intervención. Es decir, en sus orígenes, para sobrevivir el hombre recolectaba frutos o vegetales silvestres o cazaba animales para devorarlos y tuvo entonces que aprender a hacer fuego para cocinar sus alimentos. El hombre cazador-recolector era nómada, no tenía un lugar fijo para vivir y vagaba por el territorio. Así, pasaron miles de años hasta que, aproximadamente hace 12 mil años (10 mil a. C.), el Homo sapiens descubrió la agricultura; es decir, que podía cultivar sus alimentos.
Y todo empezó a cambiar cuando nuestros abuelos, los sapiens, empezaron a dedicar todo su tiempo y esfuerzo a manipular la vida de unas pocas especies de animales y plantas. Ello les obligó, de algún modo, a establecerse en un territorio para dedicarse al cultivo de sus alimentos; así, tendieron a establecerse y dejar el nomadismo. Nacieron así los primitivos asentamientos agrícolas, unidos, es de suponer, por lazos familiares. Esta transición a la agricultura se inició alrededor de 9,500 a. C.
Antaño, se creía que la agricultura se extendió desde un único punto de origen en el cercano oriente, el sudeste de Turquía, hacia los cuatro extremos del mundo. Hoy, los especialistas están de acuerdo con que en otras partes del mundo también surgió la agricultura de manera independiente. Desde algunos puntos iniciales en Asia, en América del norte y América del sur, en Nueva Guinea y en África, la agricultura se extendió por todas partes. Ya en esta era, una proporción importante de las personas en la mayor parte del mundo eran agricultores.
El proceso no fue simultáneo, si bien el trigo y las cabras se domesticaron aproximadamente hacia 9,000 a. C., los guisantes y las lentejas hacia 8,000 a. C., los caballos hacia 4,000 a. C. y la vid hacia 3,500 a. C.
En cualquier caso, la revolución agrícola materializó en el fin del nomadismo y el establecimiento permanente del hombre en aldeas que, si bien en principio pequeñas, pronto algunas se desarrollarían y se convertirían en los antecedentes arcaicos de lo que hoy llamamos ciudades. De estos primeros tiempos de la historia del hombre, los arqueólogos han encontrado restos de aquellos primeros asentamientos que hoy hemos llamado, quizá impropiamente, ciudades, porque quizá deberíamos verlas como aldeas plenamente desarrolladas o, mejor dicho, proto-ciudades.
En cualquier caso, desde 5,500 a. C. aparecen las primeras culturas proto-urbanas, en Sumeria, Egipto e India. Lógicamente, las primeras culturas urbanas se desarrollaron cerca de las fuentes aprovisionadoras de agua. Así, la cultura sumeria o mesopotámica, se desarrolló en las planicies aluviales de los ríos Tigris y Éufrates; la cultura egipcia se desarrolló a la vera del río Nilo; la cultura india y sus asentamientos primeros se desarrollaron en el valle del río Indo.
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El período. De lo apuntado hasta aquí podemos inferir algunos avances acumulados por el Homo sapiens en un periodo que va desde su decisión de abandonar su vida de cazador-recolector y asentarse en algún lugar del territorio, todo ello hace 12 mil años (10,000 a. C.), hasta los años en que tenemos noticia de que sus aldeas califican ya como asentamientos de sociedades rurales plenamente evolucionadas, tales como Eridú y El Obeid en la Mesopotamia, (5,000 a 4,500 a. C.) avanzadillas proto-sumerias, antecesoras de las bíblicas ciudades de Ur y Uruk, o como Hieracómpolis, Buto y Abidos (3,400-3,200 a. C.) en Egipto, antecedentes proto-urbanos de Tebas y Menfis.
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Avances. Estas sociedades agrícolas del calcolítico (edad de bronce), como las antes señaladas, ya entonces muestran los siguientes avances en la construcción social de lo que siglos después serían la ciudad y la vida urbana de los hijos y nietos de los sapiens.
Las primeras aldeas plenamente desarrolladas que conocemos, muestran ya:
- Una estructura social diferenciada. Algunos especialistas la consideran igualitaria, otros más la creen autoritaria. En cualquier caso, ordenada.
Hoy la teoría nos dice que el sapiens es ante todo un animal social y que la cooperación social ha sido nuestra clave para la sobrevivencia y reproducción. Es claro que los sapiens de las aldeas proto-urbanas pudieron desarrollar diversos tipos de cooperación estrecha y refinada.
- Un pensamiento religioso y una organización teocrática. Cada ciudad tenía su propia deidad tutelar con sus templos o adoratorios. Años adelante se harán construcciones como el Zigurat de Uruk que algunos han supuesto la Babel bíblica.
- Una organización política de aldeas/ciudades-Estado en evidente competencia entre ellas. Los conflictos entre ellas los deja ver el amurallamiento perimetral de aldeas o ciudades sumerias, seguramente para protegerse de vecinos belicosos. Es evidente el reconocimiento comunitario a líderes, gobernantes y reyes que conducen a la comunidad/ciudad a guerrear a otras comunidades vecinas. El dominio de algunos de estos líderes llegará a ser regional y más adelante se definirán ya como imperios (como el Acadio dirigido por Sargón, entre 2270 y 2215).
La organización social era necesaria para varias inevitables tareas:
- la preparación de los alimentos, y
- la recolección de agua (que supuso la previa fabricación de vasijas y cántaros.
La obligada división del trabajo llevó a que estas tareas quizá fueran asignadas a la población femenina de la comunidad.
El pronóstico del tiempo que regulaba las tareas en el campo y las decisiones estratégicas de la comunidad (gobierno) aparentemente se dejaron al juicio de los ancianos.
Con el tiempo, algunos individuos de la comunidad alcanzaron conocimiento de las hierbas medicinales y se orientaron a la salud de los individuos. Serían los antecesores de los médicos y brujos de la comunidad.
También al paso del tiempo, algunas aldeas crecieron significativamente y la historia registra así el surgimiento de las ciudades. En Sumeria: Uruk y Ur, las principales.
Poco después los sumerios desarrollaron ya una escritura, lo que les permite dejar registro de sus acciones e ideas. Nace así la historia humana de que se tiene registro. También se dieron avances en cálculo y astronomía.
Y será hasta el llamado renacimiento sumerio, veinte siglos adelante, que los dirigentes desarrollarán los primeros códigos de comportamiento social (por ejemplo, el Código de leyes Ur Nammu (fechado entre 2100 y 2050 a. C.) y el conocido Código de Hammurabi, escrito en 1750 a. C. por el rey de Babilonia).
¿Qué hemos aprendido hoy del proceso de urbanización de nuestros abuelos?
En suma, que 5,000 años después de haber abandonado la vida nomádica, el hombre de las proto-ciudades ya ha adquirido muchas virtudes y vicios que desarrollará en los años por venir. Por esos años, ya ha aprendido que vivir en comunidad, en una aldea o en una ciudad obliga a respetar al vecino, porque sin respeto, pronto hay violencia. También ya habrá aprendido que necesitamos acordar y tomar decisiones colectivas porque sin acuerdo hay caos y daño para muchos, si no es que para todos. Esta primera lección debemos tenerla presente hoy, a 7 mil años de distancia.
Pues la vida en comunidad, sea esta en una aldea o en una gran ciudad, exige de una estructura organizativa, de la cooperación de sus integrantes, de decisiones colectivas y de conducción reflexionada y acertada por parte de los líderes o autoridades de la comunidad. Y que la urbanización surge y necesita de la cooperación social y que ésta es clave para su sobrevivencia.
Si podemos decir que hemos aprendido todo ello desde hace 5 mil años, ¿por qué hoy nos resulta tan difícil ponerlo en práctica?
jesus.tamayo@agendaterritorial.com
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